Mujeres sufren en carne viva amar el evangelio, Hablan víctimas de secuestros y violaciones en Nigeria.

El gobierno de Nigeria está todavía tratando de resolver la amarga guerra civil con motivaciones religiosas, fomentadas por grupos extremistas islámicos como Boko Haram y Fulani.
Pero el dolor de las familias que pierden a sus seres queridos y de las personas heridas por tanta violencia parece no tener fin, cuando es vista por ojos humanos.
A pesar de no ser una caminata fácil, una mujer llamada Esther ha encontrado la cura para sus heridas del alma en la fe en Jesucristo. Ella fue capturada por Boko Haram cuando sólo tenía 17 años de edad y el abuso violación y la constante presión psicológica que sufrió durante años de cautiverio que dejó profundas cicatrices emocionales.
Pero después de ser rescatada del cautiverio, Esther logró conectarse con la Misión Puertas Abiertas a través de los líderes de su iglesia y fue invitada a un seminario post-trauma, en el cual ella y otros participantes fueron alentados a hablar sobre sus dolores y angustias, colocando a los pies de la cruz.
Además de tener que lidiar con el dolor de los abusos sufridos en cautiverio, las mujeres rescatadas del dominio de grupos extremistas como el Boko Haram, acaban sufriendo también el rechazo de sus comunidades, pues según la cultura local, ellas “malditas” debido a la violación . Muchas acaban no soportando tanto prejuicio, entran en depresión e incluso cometen suicidio.
Hoy, Esther y su hija Rebecca están bien y son una prueba del amor y la misericordia de Dios. Su testimonio de transformación puede ser visto en su comunidad, al punto de las personas que antes la rechazaban, ahora buscaron saber por qué lleva una gran sonrisa en la cara.
“La gente percibió un cambio, algunos que solían burlarse de mí ahora me preguntan cuál es mi secreto. Yo les digo que perdoné a mis enemigos y ahora confío en que Dios actuará en su tiempo”, afirmó.
En cuanto al apoyo de la Misión Puertas Abiertas, Esther contó que siente como si fueran su propia familia. “Después de oír mi historia, ustedes no me despreciaron, pero me animaron y me mostraron amor, muchas gracias”, concluyó